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sábado, 31 de mayo de 2014

capítulo 3

Capítulo 3:




Cuando me despiertan, no son más de las nueve. Alguien entra en mi habitación, deja caer un traje en la cama y dice que tengo treinta minutos para arreglarme y bajar a entrenar. Primero me doy un buen baño y luego comienzo a vestirme. El traje consiste en una camiseta negra de tirantes, unos capri del mismo color de la camisa y unas deportivas por debajo del tobillo en un color blanco hueso.

Las salas de entrenamiento están bajo el nivel del piso del edificio. Entro en el ascensor. Es amplio y de cristal. El trayecto dura menos de cuarenta y cinco segundos. Cuando las puertas se abren, me encuentro con un enorme gimnasio lleno de armas, pistas de obstáculos y puestos que te enseñan cosas esenciales para sobrevivir.

Los tributos están esparcidos por todas partes, y todos ellos me observan raros. ¿Habré llegado tarde? Aún no son las diez. Y, a esa hora inician los entrenamientos. Un chico se me acerca, y me dice:

-Hola Kayla. Soy Finnick. Distrito 4-. Sé quién es él antes de que me diga su nombre. No lo conozco, pero su entrevista me llamó mucho la atención. Fue uno de los pocos tributos de los que le dijimos a Asrield un montón de cosas sobre los juegos.
-Sí. Te vi en las entrevistas-. Me mira sonriendo, y un poco de sorpresa al oír mi respuesta. Tal vez creía que ni siquiera lo note. Hago una pausa y continúo -: Disculpa, pero tengo que hallar a mi hermano.
-Oh, por Will no te preocupes. Lleva veinte minutos (exactamente el mismo tiempo que llevamos entrenando) en el puesto de camuflaje. Es muy bueno-. Pero claro que lo es.

Es muy bueno con todo lo que tenga que ver con pintura. Volteo hacia el puesto de camuflaje y veo que Finnick no miente, Will está allá.

-Will-. Mi voz es apenas un susurro. Me acerco hasta allá y lo abrazo. No había podido abrazarlo desde hace como dos días. No me lo permitían.
-Hola Kayla. No te veía desde hace días. ¿Sí viste a la gente que nos miraba ayer desde el escenario? Se veían muy feos con esas horrorosa y enormes pelucas y sus pieles de colores con piedras incrustadas.
-Así es la gente del Capitolio Will. Siempre atenta a las tendencias de la moda monstruo-. Oigo a una voz decir.

Me vuelvo, y es Finnick. Por un momento me pierdo en sus bellos y penetrantes ojos verde mar pero vuelvo a la realidad cuando Will me jala de la mano pidiéndome y, a Finnick también que veamos lo que hace.

Se acerca a un árbol y coloca su mano en él. Está parece desaparecer cuando él la pone sobre el tronco. Ni siquiera note que estaba pintado. Creo que estaba tan feliz de poder abrazarlo que no preste atención a nada más. Finnick lo mira sonriendo, igual que yo. Luego, Finnick felicita a Will y yo me acerco hasta ellos.

-Oh, pero mira quién es. Kayla Mellark. Hola preciosa-. Me vuelvo y me encuentro con Gael. El chico que dijo que iba ir por mí en las arenas.- Buena entrevista la de ayer. Al menos no pareciste tan débil como lo eres.
-¡No lo soy idiota!-. Su comentario me molesta. ¡No soy débil! Doy media vuelta, a punto de irme pero, antes de hacerlo Gael toma mi brazo derecho y lo aprieta con fuerza. Entonces Finnick se levanta y va hacia mí.
-Suéltala Gael-. Pero Gael hace caso omiso a la orden de Finnick y aprieta más fuerte.

Es entonces cuando le doy un codazo en el pulmón izquierdo y le saco el aire. Entonces me suelta y sé que le ha dolido. Cuando recupera el aliento, se acerca hasta mí pero Finnick lo intercepta e inician una pelea. Inmediatamente llegan hombres vestidos de negro a separarlos. A Gael se lo llevan lejos de nosotros, pero antes de irse, me susurra:

-En las arenas preciosa. Cuando no este tu enamorado aquí.

¿Enamorado?, ¿lo dice por Finnick? Él no es mi enamorado. Apenas lo conozco. Y el a mí, creo. Además, estamos en los Juegos del Hambre, nadie tiene cabeza para pensar en el amor, es más no tiene cabeza para pensar en nada que no sean las arenas y una estrategia para salvarse. ¡Finnick no es mi enamorado! De alguna manera, me molesta que piense eso, él y cualquier persona, porque, ¿cómo podría pensar en eso estando en los Juegos del Hambre?

-¿Estás bien?-. Me pregunta Finnick algo preocupado. Lo miro a los ojos molesta. Sé que debería agradecerle pero, ahora por mi culpa Finnick se ha ganado un enemigo- Oye, si es por lo de Gael, lo siento, pero tenía que protegerte, no iba a dejar que te lastimará.

Bueno, ahora sé que las intenciones de Finnick eran buenas, pero no puedo evitar querer meterle un golpe en la nariz por lo que hizo. Por un lado es bueno, por otro malo. Dejo de darle vueltas al asunto y decido perdonar a Finnick. Volvemos con Will, que ya se aburrió de pintarse la mano y Finnick se ofrece a enseñarle a hacer nudos. Will acepta feliz, porque no sabe, y nos jala a Finnick y a mí hasta el puesto de nudos. Finnick se sienta junto a Will y comienza a enseñarle a hacer nudos, yo me quedo junto a ellos. Finalmente Will termina su primer nudo y sigue, y sigue, y sigue… Después de un rato, ya ha hecho varios nudos, aunque no tantos como Finnick. Obvio, es del 4, debe saber de nudos y eso.

Comienzo a pasearme por todo el gimnasio en busca de que usar.

Me topo con el puesto de cuchillos. Soy buena lanzándolos, pero en combate cuerpo a cuerpo, estoy muerta. Agarro un cuchillo al azar y me coloco en posición, luego lo lanzo hacia el maniquí frente a mí y veo que le da en el estómago. Como antes dije, no es mi fuerte, pero eso es un golpe mortal, si no se atiende a tiempo, claro. Una chica se acerca al puesto donde yo estoy y toma un cuchillo con una cruel hoja curva y un mango de plástico con empuñadura. La hoja es muy delgada, capaz de cortarte con un simple rozón en la piel. Sé quién es ella. Ailar, del 4.
-¿Quieres practicar?- Me pregunta. Niego con la cabeza. Ella sonríe y se coloca en una pequeña plataforma de metal donde comienza a practicar combate cuerpo a cuerpo con el experto del puesto.

Es muy buena en eso. Veo cómo se mueve y anticipa el movimiento de su oponente, esquivando cualquier golpe que él intente hacia ella. Al final, tiene al experto contra el suelo. Ailar ha ganado. Ni un solo rasguño, a diferencia del experto, claro, no está sangrado pero lleva las marcas de las uñas de Ailar en su brazo izquierdo. Ella se disculpa por lo de las uñas ya que fue un error y luego se va. No muestra aire de superioridad ni nada. Bueno, al menos tengo la ventaja de saber que será un peligro para mí en los juegos, y tendré la precaución de mantenerme alejada de ella. La recuerdo porque creo que fue ella quien le grito “pedazo de idiota” a Asrield en su entrevista. No, no creo, estoy segura de eso. Los profesionales se acercan a ella y se ponen a hablarle de no sé qué cosa. Mientras tanto, Ailar juega con su rubio cabello sonriendo, no es una sonrisa coqueta, sino amenazadora, pero no hacía mí, sino a los profesionales. Seguro que los odia, aunque no sé muy bien porque. Mientras Ailar le contesta al chico que le estaba hablando, noto que inmediatamente se le iluminan los ojos azules, y el chico pone cara de molesto. Ahora sé que era lo que le estaba diciendo el chico. Le estaba proponiendo unirse a los profesionales. Y ella lo rechazo. Bueno, yo también lo haría ya que las alianzas se rompen en cualquier momento, y no se sabe si habrá un traidor en ella.

-Inteligente, ¿no? Ailar es muy lista. La determinación con la que hace las cosas es muy impresionante. Siempre piensa antes de actuar. Seguro llegará lejos en los juegos-. No necesito voltearme para saber quién habla. Es Finnick.
-¿La conoces?
-Sí, iba conmigo en la escuela. Varias veces le ayude para hacerle alguna que otra broma a los maestros o a algunos compañeros. Ailar nunca dejaba huella o un cabo suelto-. Traducción: es astuta e inteligente, no la subestimes.- Créeme, no querrás tenerla de enemiga-. No quiero.
Le propongo a Finnick ir al puesto de tridente, y él acepta sonriente. Siendo del 4, el tridente debe ser un arma que usa desde muy pequeño.

Cuando llegamos allá, Finnick elige un tridente casi de su altura, negro y muy filoso. Luego lo lanza, y da en el corazón del maniquí. Lo intenta varias veces más hasta que se cansa, y es entonces cuando vamos con Will, que sigue en el puesto de hacer nudos. Al final decide parar porque las manos le duelen, y están algo rojas.

-¿Podemos comer algo? Las tripas me gruñen- Dice Will-. Además, ya es hora-. Vemos que los tributos ya empiezan a elegir comida. Finnick sigue practicando con el tridente y dice que nos alcanza en un rato.

Tomamos unas bandejas metálicas y luego elegimos comida de los carros que rodean la habitación. Nos sentamos en una mesa vacía y nos ponemos a comer. Mientras yo apenas me he acabado un cuarto de mi comida, Will ya se ha acabado más de la mitad del plato, y cuando termina, queda satisfecho y se va al puesto de hacer fuego. Después de un rato, llega Finnick con una bandeja llena de comida y se sienta junto a mí.

Cuando acabamos de comer, Finnick y yo vamos al puesto donde aprendes que cosas del bosque puedes comer y cuáles no. Sé un poco de esto porque mi madre me lo enseñó de un libro de medicina que solía ser de su madre. Mi madre y su padre le fueron añadiendo más cosas al libro conforme iban aprendiendo. Vaya, que bueno que decidió enseñarme de esto, porque seguro que lo necesitaré durante los juegos. A Finnick no se le hace tan fácil, creo que nunca había estudiado de plantas, bueno, tal vez nunca creyó necesitarlo. Ayudo a Finnick durante un rato, y luego él se queda solo en el puesto mientras yo me voy a otro lado. Veo de todo en el gimnasio. Hay muchas cosas esenciales y armas mortales, pero no hay ninguna de fuego, bueno, quieren que nuestras muertes sean lentas y dolorosas, no rápidas e indoloras. Nunca hay armas de fuego en los Juegos del Hambre.

Sigo recorriendo el gimnasio y me paro al ver una gran cuerda que cuelga del techo. Le echo una mirada. Seguro que la puedo subir. Comienzo a trepar y trepar, pero en algún momento me desconcentro y caigo. Me golpeo la espalda. ¡Qué suerte! Nadie lo vio. Nadie excepto Finnick, que se acerca caminando hacia mí y me ofrece su mano para ayudarme. La tomo y me levanto.

-¿Te encuentras bien?-. Me pregunta sonriendo. Pero no sonrisa de burla.
-Claro, claro Finnick. Que suerte que solo lo hayas visto tú-. Por alguna extraña razón, confío más en él que cualquiera aquí. (Sin contar a Will, claro).

Finnick sonríe y luego comienza a trepar la cuerda con facilidad, llega hasta el final, y luego baja con cuidado.

-Recuerda. Sin miedo-. Dice y yo lo intento.

«Sin miedo» Repito en mi mente mientras subo, como si fueran las palabras que me dan fuerza para continuar.

¡Sí! Lo logro. Bajo con cuidado y Finnick me felicita, yo sonrío y luego me abraza. No sé porque, pero, me siento segura en sus brazos, por un momento olvido donde estoy y mi miedo, pero esos sentimientos vuelven cuando Finnick se separa de mí.

-Bueno, ¿qué te parece si vamos al puesto de tiro con arco? Quiero ver tu habilidad-. Dice Finnick. Acepto.

Tenía planeado usar eso como mi habilidad en la sesión privada con los Vigilantes, pero, llevo todo el día queriéndole poner las manos encima a esas armas, y además, quiero probarle a Gael que no soy débil, porque tengo la sospecha de que no se convenció del todo con el codazo que le di en el pulmón.

Le echo una mirada a los arcos: hay de madera, metal, incluso oro… elijo uno de metal (porque seguro de esos habrá en la Cornucopia) y un carcaj con flechas a juego. El arco está un poco pesado, pero no lo suficiente como para que no pueda sostenerlo bien. Tenso la cuerda y coloco una flecha en el arco. Luego la lanzo. Da en el corazón. Sé que debería sorprenderme tanto como a Finnick, pero no lo hace. Llevo tanto tiempo practicado y dando en el blanco a animales de verdad que lanzarle flechas a un maniquí es demasiado fácil.

-Esto es fácil Finnick, ¿por qué aprender algo que ya sé?
-Espera, tengo una idea-. Dice él mientras toma un bote lleno con pajaritos de utilería.-Yo los lanzo, tú los atraviesas, ¿vale?-. Asiento.

Finnick comienza a lanzar los pájaros y yo lanzo las flechas atravesándolos. No es tan difícil. Claro, después de siete años de práctica con el arco, esto ya es fácil. Las flechas del carcaj se acaban y Finnick deja de lanzar pájaros. Entonces me doy cuenta de que todos los tributos están en un círculo a mí al rededor. Creo que Finnick ya lo sabía, porque él no los mira sorprendido como yo, que estoy con los ojos abiertos como platos. Me doy cuenta de que todos los Vigilantes miran hacia acá, el Vigilante Jefe parece especialmente impresionado. Tiene el cabello negro brillante y los ojos grises como si les  hubieran chupado el color. Me mira sorprendido, y sonriente. Intento averiguar lo que piensa pero al final me doy por vencida. Me doy cuenta de que Finnick me felicita, y todos los tributos aún me miran. Entre todos veo a Gael, que viene hacia acá, pero una chica de cabello castaño, lo detiene y él se queda ahí. La miro por un momento y, después de unos segundos, ya sé quién es. Es Rosalie, del Distrito 3. Creo que a ella le gusta Gael. No, no quiero, estoy segura de eso. Lo noto por la forma en que le sonríe, y la forma coqueta en que le habla mientras lo hace permanecer parado.

Después de un rato, todos los tributos se van.

-Bueno, con esa actuación, todos te querrán de aliada. Querrán tu habilidad, incluso querrán ser tú-. Me da risa la forma en que Finnick bromea, ha logrado sacarme una sonrisa. La primera desde que estoy aquí. Es un hecho, Finnick me agrada.

Le echo una disimulada mirada a Gael y me doy cuenta de que ya ni siquiera voltea para acá, sino que está entretenido hablando con Rosalie. Seguro que ellos se aliarán, es el primer día y ella confía en él al cien por cien. Es bueno. Para Gael, al menos tendrá a alguien que cuide de él cuando lo necesite durante los juegos. Veo que él me echa una miradita, y que es de odio, mejor dicho, de advertencia. Una mirada malévola. «Cuídate preciosa. En las arenas iré por ti» Creo que eso es lo que me dice. No hago nada más que voltearme.

No me había dado cuenta de que Finnick me estaba hablando. Y sigue hablando, pero no presto, atención aunque simulo todo lo contrario. Estoy demasiado metida en mis pensamientos como para prestar atención a lo que sea. En mi cabeza solo caben tres cosas: una, pensar en una estrategia para salvar a Will; dos, pensar en cómo estará todo en los Distritos ahora que los juegos han regresado; y tres, pensar en qué tipo de peligros habrá en la arena. Seguro que los peligros son peores que los de los últimos juegos, los Setenta y cinco Juegos del Hambre, o el tercer Vasallaje de los Veinticinco. Me imagino en un lugar selvático rodeada de unos chimpancés carnívoros, o de insectos con enormes pinzas, o charlajos. También me veo en una gran montaña nevada con pequeñas ardillas doradas y carnívoras, hermosas flores venenosas y unos pájaros rosa chillón con enormes picos atraviesa cuellos.

Todos esos peligros los vi en algunos filmes de los Cincuenta y Setenta y cinco Juegos del Hambre. Ahora me imagino todo eso mezclado en un solo animal que aguarda por mí en las arenas, esperando el momento oportuno para atacar.


Durante los siguientes tres días, me la paso vagando por todo el gimnasio, entrenando con arcos y cuchillos, aprendiendo a hacer anzuelos, sobre plantas, camuflaje… Finnick casi no se separó de mí, aunque creí que iba a hacerlo cuando los profesionales le propusieron unirse a ellos, y Finnick rechazó la propuesta. Algunos tributos ayudaron a Will en veces, como Ailar, que le enseñó a hacer anzuelos, o Vyolett, que le ayudaba a escalar árboles mientras yo me la pasaba sentada con la mente perdida tratando de averiguar qué demonios pensaba el Vigilante Jefe que no dejaba de vigilarme. A Finnick le preocupaba un poco mi estado de, digamos “perdida en otro mundo” ya que a veces me quedaba parada ignorándolo todo, aunque claro, al final se dio cuenta de que mis pensamientos formaban una barrera entre la realidad y yo y por eso me perdía a veces. Aun así, él no se separó de mí. Como no dejaba de perseguirme (no sé si por miedo a que Gael me hiriera o porque temía que los Vigilantes me llevaran) y no entrenar, me tenía que inventar algunas mentirillas para que entrenará. Al final, si terminó entrenando un poco, y varios tributos propusieron ayudarnos en algo, (no sé aún porque),  Vyolett ayudó a Finnick con las hachas y algunas trampas, y Peter, que me enseñó algunas otras trampas, como esa que te deja colgando de un árbol. Varias veces me pregunté porque nos ayudaban, pero al final, me limite a aceptar su ayuda. Fue Will quien más aprendió: hacer trampas, nudos, anzuelos… Aprendimos todo lo que pudimos, aunque, aun así, sigo preocupada, nunca se aprende lo suficiente, y ahora mi mayor preocupación es que en poco tiempo iremos a las arenas.

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