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Historia Completa

Hacía veinte años el capitolio había sido destruido, hacía veinte años que los juegos habían sido destruidos y ya nadie moría de hambre. Veinte años habían pasado desde la muerte de tantos seres queridos; Cinna, Prim, Finnick… pero con el tiempo, hasta las peores heridas son capaces de sanar. Todo había acabado, todo lo malo se había ido. La vida daba esperanzas de un futuro mejor, un futuro sin capitolio, sin miedo, sin juegos… Cinco años exactamente tardó Peeta en convencer a Katniss para tener hijos, hasta que lo logró. La primera, fue una niña. Una hermosa niña de hermosos ojos azules como Peeta y largo cabello negro como Katniss. Diez años después, nació William (Will).

Hacía casi trece años que Katniss y Gale no se veían, y las cosas iban iguales, Gale estaba en el dos y Katniss en el doce, nunca se veían. Un día, Katniss fue a dar una de sus giras de Sinsajo con todos sus familiares (incluso su madre) por todo Panem, cuando visitó el distrito dos, vio a Gale y le sonrío inmediatamente, él se fue de ahí de inmediato. Katniss  y su familia se quedarían en el distrito 2 durante una semana.

Un día, la madre de Katniss salió a comprar algo para su pequeña nieta, en el camino, se encontró con Gale. “¿Sabes? Ella te necesita” Le dijo.

“No, ella no me necesita, sólo necesita estar alejada de mí. Verme le causaría mucho dolor. Y no quiero lastimar más a Catnip.” Dijo Gale. “Vamos Gale, Katniss no te odia por lo que sucedió hace tantos años. Está solo, enojada, confundida, te necesita Gale. No te alejes de ella.”

“Sí no me odia, ¿Por qué lo aparenta?” Le pregunto. “Las apariencias engañan Gale, detrás de un “te odio” hay un “te necesito” Le dijo. Finalmente, la madre de Katniss convenció a Gale y ambos fueron al Edificio de Justicia del distrito 2, lugar donde estarían Katniss y su familia. A Katniss le fascino ver nuevamente a Gale, cuando le confesó que tenía una hija, Gale entristeció, pero se alegró porque la felicidad de Catnip era lo que más le importaba en ese entonces, cuando le dijo que estaba esperando un hijo, él solamente contesto:

-Me alegra que seas feliz Catnip.

Habían pasado cinco desde la muerte de tanta gente. Pero también habían pasado cinco años desde que para Katniss lo era todo felicidad, felicidad que le daba su amada hija. Una pequeña niña cuyas sonrisas hacían que Katniss sonriera también, cuyos hermosos ojos azules llenos de vida y esperanza le recordaban a Katniss que ahora todo era diferente, que los juegos del hambre se habían ido y que jamás volverían a asustarla. Al sentirla dentro de ella, Katniss tenía miedo, miedo que pudo ser curado solamente cuando por fin sostuvo a su pequeña en brazos. Para Katniss todo cambio cuando su hija nació, la amaba más que a nada en el mundo, la niña era dulce, hermosa, amable y encantadora, todo el distrito la quería, era una pequeña cuyas sonrisas hacían sonreír a Katniss hasta en los días más tristes en los que las pesadillas la atormentaban. Sí, sin duda aquella pequeña a la que todo aquel que la conocía le era imposible no quererla cambió por completo la vida de Katniss, porque ella hizo que Katniss sintiera que podía vivir, vivir sin miedos, solo con felicidad. Katniss no imaginaba una vida mejor, al menos hasta que su segundo hijo, Will llegará al mundo diez años después del nacimiento de su primera pequeña hija, quien ya tenía diez añitos. Todos los recuerdos y momentos felices que Katniss tenía, serían recordados en aquel libro al que ella llamaba “El Libro De Los Recuerdos” libro donde cada recuerdo atesorado que tenía Katniss era guardado con amor. Sin duda esos años fueron los mejores años que Katniss pudo haber vivido.

Hacía veinte años que la vida era una hermosa vida llena de hermosos recuerdos. La tristeza se había ido, el miedo también, y los juegos del hambre habían terminado por completo, ahora todo era felicidad, al menos, hasta el día en que los televisores de Panem, se encendieron para dar una triste noticia.

-Bienvenidos, bienvenidos amigos a la televisión del nuevo capitolio. O, algo así. ¿Qué? ¿Creyeron habernos acabado por completo? Que equivocados estaban. Me pregunto cómo la habrán pasado durante estos veinte años sin juegos. ¿Tú qué crees tú Asrield?
-Bueno, hayan sido esos tiempos buenos o malos se acabó. Ojala esperen con tantas ansías como yo estos juegos, porque dentro de una semana, veintiséis niños, dos de cada distrito irán a las arenas. Oh, pero no serán niños cualesquiera sino ¡hijos de vencedores amigos!
-Ahahaha, me apostaría los calcetines a que eso no se lo esperaban. Con estos juegos borraremos los antiguos del mapa, nuevos peligros, menos ayudas, todo será más largo y doloroso. Me encanta sin duda.
-Bueno, espero que nuestros tributos sepan cómo sobrevivir sin ayudas porque no las tendrán. Como sabrán, nuestro querido capitolio no tiene habitantes, por lo que no hay ayudas, y tampoco nos molestamos en conseguirles mentores, queremos que estos juegos sean más peligrosos, largos, e incluso más dolorosos.
-Bueno, ¿Qué les parece conocer los nombres de nuestros tributos? Del distrito 1, Imerald y Jasper; del distrito 2, Soren y Tristan; del distrito 3, Rosalie y Erik; del distrito 4, Ailar y… uh, creo que este chico será adorado por todos ¡Finnick!; del distrito 5, Cristel y Gael; del distrito 6, Moira y Conner; del distrito 7, Peter y Vyolett; del distrito 8, Lillen y Aidan; del distrito 9, Zafrina y Jake; del distrito 10, Sawyer y Amaril; del distrito 11, Simon y Quiara; del distrito 12… bueno, nunca fue nuestra intención llevar hermanos a las arenas, pero, el 12 no nos deja de otra así que, del distrito 12, Kayla y Will Mellark; y, finalmente, del distrito 13, Liam y Kaethe.

-Bueno, siendo eso todo, ¡Felices juegos del hambre! ¡Y que la suerte, este siempre, siempre de su lado!-. Entonces el televisor se apaga.

Katniss rompe en llanto de inmediato. Todo por lo que había luchado, había sido destruido en unos pocos años, sentía en ese momento que se derrumbaba por completo, le habían quitado a lo que más amaba en su vida, a sus hijos, y eso era una herida que ni el tiempo se podía curar.

-Katniss, Katniss. Escúchame, los sacaremos con vida de ahí a cualquier costo ¿entiendes? Haremos lo que sea para sacarlos de ahí.

(* * *)

Me despierto en una habitación desconocida. No sé dónde estoy, pero jamás había estado en este lugar. Poco a poco me levanto pero la cabeza me da vueltas y permanezco sentada en la cama. ¿Qué ha pasado? No recuerdo nada. Consigo levantarme poco a poco y camino por la lujosa habitación hasta la puerta. Entonces me doy cuenta de que está cerrada. «Estoy encerrada, encerrada y desconcertada» Pienso. Entonces decido esperar a que alguien venga a explicarme lo que sucede. Pero no viene nadie.

Al cabo de un rato, oigo el sonido de unos pasos que vienen hacia la habitación. Me abre la puerta un hombre de traje blanco que de algún modo se me hace familiar. Y me doy cuenta de que es un agente de la paz. Me lleva a una amplia sala con más chicos allí, entre ellos mi hermano. Me encuentro confundida ¿Qué rayos sucede aquí? Nos reúnen a todos y una mujer llamada Ressa (es un nombre en verdad muy raro, se escribe R-e-s-s-a, pero se pronuncia Rissah) y comienza a explicarnos que era lo que sucede.
                                                                                                   
Estoy en los juegos del hambre, con hijos de otros vencedores.
Luego nos explican que mañana haremos las entrevistas y luego nos darán una semana entera para practicar para los juegos. Todo es tal y como me lo habían contado mis padres... ni siquiera lo dudo ni un segundo y voy corriendo hasta mi hermano, pero no me lo permiten y me llevan por la fuerza a mi habitación.

No me puedo creer lo que está pasando, pero con el paso de las horas, me convenzo de que esto no es una pesadilla. En realidad estoy en los juegos del hambre. En realidad está Will aquí. Will. Mi hermano. Tengo que sacarlo de aquí. Voy a sacarlo de aquí.
Decido dormir, ya que es lo único que puedo hacer.

Cuando me despiertan, una mujer me lleva hasta una enorme sala llena de cosas para belleza y eso. Lo primero que hace es darme un buen baño con un estropajo de duras cerdas. La piel me queda rojiza por un rato pero luego vuelve a su pálido color normal. También afeita mi cuerpo y corta y pinta mis uñas.

Al final de la tarde acabo muy guapa. Tras un: “espera aquí”, la mujer sale de la sala quedándome yo sola. Me siento en una butaca mientras miro hacia el reloj que hay pegado a la pared. Después de unos diez minutos, la mujer regresa, esta vez, trae una bolsa grande y negra con ella. La miro curiosa durante un instante y luego pregunto:

-¿Qué es?

Ella no responde, se limita a sacar de la bolsa su contenido: Un hermoso vestido largo color rojo cuello halter, con vuelos y escote en la espalda. Sin duda es hermoso, y es para mí. No suelo usar vestidos más que para acompañar a mi madre a una de sus giras de Sinsajo que da varias veces al año, pero este tengo que usarlo aunque no quiera. La mujer se acerca a mí y me lo pone con cuidado. No me permite verme al espejo al menos hasta que termina de hacerme una trenza como la que llevo mi madre en la cosecha que la tía Prim salió elegida. Cuando me permite verme al espejo y yo me veo, quedo boquiabierta. Me veo en verdad hermosa. No me pusieron pintura ni nada, solo el vestido y el peinado, y me veo hermosa.
No soy guapa. No soy bella. Resplandezco como el sol.

Me llevan a un lugar donde están todos los demás tributos. Todos están formados en fila, esperando a que inicie su entrevista, aunque ni se han prendido las luces del escenario. Al parecer soy la última en llegar. Hasta mi hermano está aquí. Me hace gestos con una mano para ir hacia él, y yo voy. Los tributos estamos acomodados por un orden iniciando por el Distrito 1 y finalizando en el 13, que también participa este año. Primer va formada la chica del Distrito y luego el chico. Soy una de las últimas. Menos mal.

Las luces del escenario se encienden y dejan ver a Asrield sentado en una de las dos sillas que hay en el escenario. Se lleva el micrófono a la boca y después de hacer unas cuantas bromas, dice:
-Y, ahora con ustedes, nuestro primer tributo de la noche: ¡Imerald!

Imerald, la esmeralda. Esa verde piedra valiosa y preciosa. ¿A todos los del 1 les ponen nombre así, de piedras y cosas caras y preciosas?

No presto mucha atención a su entrevista ni a la de los otros seis tributos, pero cuando llega la entrevista del chico del 4, esa sí que capta mi atención. El chico se me hace familiar.

-Y ahora con ustedes. El chico que todos estaban esperando, ¡Finnick!-. Grita Asrield. Entonces entra en el escenario un chico alto y rubio y se sienta en la silla junto a la de Asrield. Veo como la multitud ruge y grita su nombre (bueno, solo las mujeres)- Un placer Finnick, ¿cómo te sientes?

-¿Qué cómo me siento? Nos secuestraron para enviarnos a unos malditos Juegos de Muerte, ¿Cómo crees que me voy a sentir? Obviamente nada bien.- Contesta.
-Ah, okey. Bueno, eres muy joven, tan solo diez y nueve años, y muy apuesto. Alto, rubio, y esos penetrantes ojos verde mar como los que solía tener tu padre antes de… bueno, has de tener a todas las chicas de tu distrito tras de ti, ¿o me equivoco?
-Eso a ti no te importa.
-Bueno, bueno. Tu padre caía mucho mejor, ¿sabes? Pero ahora está muerto-. El comentario no le sienta nada bien a Finnick.
-¿Te digo algo? Yo soy bueno, con gente que me cae bien y no me envía a juegos de muerte, a mi futura destrucción-. Responde de mala gana.
-Oh. Está bien, está bien, basta de tantas preguntas bobas. Ahora sí, ¿Qué planeas hacer para los juegos?
-Sabrás Asrield. Tenía planeado esconderme, y esperar a que todo esto acabará, a que los juegos acabarán. Pero me di cuenta de que una amiga mía, está en los Juegos del Hambre también, haré lo que sea para ayudarla, aunque ella no lo quiera.
-Oh, que romántico, podríamos saber nosotros de quien se trata querido Finnick. ¿Quién es esa, “misteriosa” amada tuya?, ¿de qué distrito?
-No creo que sea de tu incumbencia, pero al fin y al cabo, no podrían hacernos daño ni aunque sobreviviéramos, porque estoy seguro de que ella no quiere eso. Sobrevivir.
-Oh, bueno, no me digas pero lo descubriré en las arenas. Aunque ya me he dado una idea de quién es. Y bueno Finnick, se nos ha acabado el tiempo. Buena suerte.

No sé quién es, pero recuerdo que una vez mi madre me contó sobre un amigo suyo llamado: Finnick Odair. Seguro que es su hijo. Porque su madre es Annie Cresta y lleva ambos apellidos, Odair y Cresta. Finnick Odair Cresta.

-Y ahora con ustedes, del distrito 5, ¡Gael!-. Entra al escenario un chico de cabello café muy claro y se sienta junto a Asrield. Hablan un buen rato de su vida y hacen algunas bromas, y luego Asrield, aún sonriente, dice -: Oh, pero que chico tan simpático. Seguro ya hay una larga fila de patrocinadores esperando por ti, apuesto a que llegarás muy lejos en los juegos.
Y Gael responde:
-Y no solo eso Asrield, ganaré. Te apuesto a que la siguiente vez que nos veamos será en la Gira de la Victoria. La verdad espero con ansias los Juegos, me encantaría matar a un par de tributos. En serio espero que el Sinsajo vea esto porque va a sufrir cuando corte el cuello de su adorada hijita Kayla. Y la verdad no le perdonaré la vida ni aunque me ruegue.

¿Qué le ruegue? ¡Idiota! ¡No te rogaré ni en un millón de años!

-Bueno Gael, se nos ha acabado el tiempo, pero te deseo una muy, muy buena suerte en los Juegos-. Gael se despide de Asrield y luego se va.

Dan paso al tributo siguiente, y al siguiente, y al siguiente… varios tributos rogaban y lloraban para que les devolvieran a casa, otros pedían los juegos ahora mismo, había varios tributos que se mostraban en desacuerdo con los Juegos pero no lloraban). Cuando los veía me pasaba por la cabeza cuál sería su estrategia. A veces me llegaba a la cabeza la idea de que algunos querían hacerse los débiles, y tal vez no me equivoque, pero quien sabe, al fin y al cabo, nada cambia: sospecha de todos, en nadie confíes.

No me llama la atención ninguna otra entrevista, (bueno, solo una, pero porque la niña tenía como 12 años, pero lloraba para que la devolvieran a casa), porque casi todas son como algo repetitivo: pocos lloriqueos, vítores a los Juegos del Hambre y unos pocos tributos que, se podría decir que no estaban a favor, pero en fin, lo mismo… Mi turno llegó más rápido de lo que esperaba. Claro, cuando quieres que el tiempo pase rápido lo hace muy lento, y cuando quieres que vaya lento, se te hace muy poco rato.

-Y ahora, con ustedes, lo más esperado de la noche. La pequeña ¡Chica en Llamas!-. Grita Asrield. Entro en el escenario ignorando al público como si fuera inferior a mí y luego tomo asiento en mi lugar. Asrield se sienta junto a mí.- Oh, hola Kayla. Me alegra verte, ¿Cómo estás?
-Oh, muy bien considerando que me enviarás a unas arenas donde tendré que luchar a muerte para sobrevivir. ¿Te parece que me sentiré bien por eso? ¿Por matar gente y hacer sufrir a sus parientes?
-Bueno, francamente Kayla, me da igual cómo te sientas al asesinar a alguien, solo queremos un buen show. Así somos. Pero, prosigamos. Dime, ¿Qué opinas sobre la participación de Will en los juegos?
-¿Qué que opino? ¡Tiene cinco años! Ni si quiera sabe qué demonios son los Juegos del Hambre. ¡Es un niño! Y ustedes lo mandan a participar a unos juegos donde podría perder la vida. Dentro de una semana estará en las arenas con veinticinco tributos más que buscan su sangre. ¡Entre ellos su hermana!
-Guau. Eres idéntica a tu madre. El mismo genio de ella. Eso sí, Katniss Everdeen se portó más gentil en las entrevistas.
-El fuego se propaga, ¿sabes? Deberías tener cuidado, porque yo también puedo acabar con tu queridísimo Capitolio en cuestión de segundos. Y créeme que un truco de vallas no sería mala idea.
-Oh, que susto. Y, ¿Qué vas a hacer Kayla?, ¿ordenarás que me maten?
-Bueno, no es mala idea. Pero tranquilo, yo misma me encargaré de que tu muerte sea rápida. Una flecha de mi carcaj en tu pecho. No le daría a nadie más el lujo de acabar con tu vida, eso me lo merezco yo.
-Guau, con esas palabras sí que le sacarías un susto al miedo. Pero, hablemos de los Juegos del Hambre. ¿Qué harás respecto a tu hermano, intentarás protegerlo?
-Esa respuesta es obvia. Pero por supuesto, es mi hermano menor. ¡No lo dejaré solo! Lo sacaré con vida-. Justo cuando me levante para salir del escenario, sonó el zumbido que marcaba el final de mi entrevista.

Entonces, Asrield suelta un: “Justo a tiempo”

-Bueno, bueno, continuemos. Ahora, el pequeño, ¡Will Mellark!-. Cuando oigo su nombre, me detengo inmediatamente y me quedo mirando desde donde estoy como mi pequeño hermano entra en el escenario y se sienta junto a Asrield.

Will va vestido con un esmoquin blanco como la nieve con una rosa roja en el bolsillo de su chaqué. Pero no una rosa de esas apestosas alteradas por el Capitolio, sino una rosa roja fresca y natural, sin nada de alteraciones ni nada de eso.

-Hola Asrield-. Saluda Will amablemente. Toda la audiencia lo mira maravillado.
-Oh, pero que pequeño tan simpático eres Will. ¿A que sí queridos amigos?-. Pregunta mirando hacia el público, que grita “Sí” alto y fuerte.- Bueno Will, ¿Sabes para qué has venido aquí?
-Bueno, la verdad es que no Asrield. Sólo sé que hemos venido para jugar un juego muy divertido.
-Oh, sí, muy divertido en verdad Will. ¿Crees poder ganar?
-Bueno, no lo sé. En casa jugaba mucho con mi hermanita a las escondidas. Pero siempre me encontraba, aunque ahora le voy a ganar.

«Oh Will. Si supieras en verdad lo que son los Juegos del Hambre.» Pienso.

-Oh, tu hermana. Háblame de ella, ¿Qué le gusta hacer?
-Bueno, le gusta mucho tocar el piano, y lo hace muy bien. También le fascina pintar, (cosa que hace fantásticamente) y le encanta cantar. ¿Te cuento un secreto?-. Dice Will y Asrield asiente sonriendo mientras que el público sonríe.- Los pájaros guardan silencio cuando ella canta-. ¿En verdad? Nunca me he dado cuenta. No sé si tenga razón, pero siempre que mi madre canta, sí que guardan silencio, porque ella tiene una hermosa y melodiosa voz.
-Oh, sí, debe cantar espectacular.
-Sí, y también le gusta ir a cazar al bosque. Una vez me llevó y me mostró un hermoso lago. Hay una casita de hormigón hay. A veces me meto y me pongo a jugar. Kayla me lleva varias veces al bosque, o a veces mi madre, pero aún no me han enseñado a cazar.

El lago. Un lugar que solo conocemos mi madre, mi padre, Will y yo. Mi madre me contó que su padre lo descubrió hacía quién sabe cuántos años, y que ahí pescaban. A ella le gusta mucho usar el arco, al igual que a mí. Fue mi madre quien me enseñó a usarlo. No soy tan buena como ella, porque lleva más de veinte años de práctica, pero lo hago muy bien.

-Está bien. Ahora Will, cuéntame, ¿Cómo están tus padres?
-Bueno, no lo sé, no los veo desde hace un par de días, pero mi mamá siempre estaba feliz, también le gusta mucho ir a cazar y mi padre está siempre muy contento, y lo que más le gusta es pintar, pinta unos cuadros espectaculares. Pinta a mi madre, a mi hermana, a mí, a la casa. Lo pinta todo.
-¿Y tú Will? ¿Qué nos cuentas sobre ti pequeñito?
-Bueno, también me gusta pintar. Siempre que voy a la escuela hacemos un dibujo nuevo. Un día dibujé un lago con un montón de cisnes y se lo regalé a mi mamá. Lo tiene pegado en la pared de su cuarto. Y dice que pinto muy bonito. Y también me gusta observar a mi papá hacer pan en la panadería. En algunas ocasiones le ayudo en algo, como ponerles glaseado a algunos panes. Es muy divertido-. Explica Will.
-Oh, que pequeño tan simpático, pero bueno Will, se nos ha acabado el tiempo. Te veo pronto-. Dice Asrield.
-Adiós Asrield. Un placer conocerte-. Dice Will mientras se levanta y sale del escenario. Cuando me voy a acercar a él, veo como me toman por los brazos y me llevan a mi habitación.

Encerrada otra vez. Odio esto. Estar encerrada. Aunque sea una enorme habitación, detesto estar encerrada. Como no tengo nada que hacer, me pongo a ver las entrevistas, que ya están al aire. Cuando me veo ahí, respondiendo como respondí, solo siento una cosa: felicidad. Estoy orgullosa de cómo actúe esta noche y no me arrepiento de nada. Cuando veo la entrevista de Will, me pongo muy atenta. Su voz resuena en mi cabeza una y otra vez. Se porta muy dulce y amable. Seguramente que se ganó el corazón del público. Y patrocinadores.

Entonces me doy cuenta de lo que hice. Aparte a los patrocinadores. Ahora salvar a Will será más difícil de lo que por sí ya sabía que era.

«¿En qué demonios estaba pensando?, ¿qué pasaba por mi cabeza en ese instante? Sí que eres una idiota Kayla. ¡Una gran IDIOTA!» Me grito para mis adentros.

Cuando volteo a ver el reloj en la pared, me doy cuenta de que ya es tarde, así que apago el televisor, me pongo pijama y decido dormirme, sabiendo que lo que he hecho no se puede remediar, y que eso es suficiente castigo. Y las pesadillas me acompañan esta noche.

(* * *)

Cuando me despiertan, no son más de las nueve. Alguien entra en mi habitación, deja caer un traje en la cama y dice que tengo treinta minutos para arreglarme y bajar a entrenar. Primero me doy un buen baño y luego comienzo a vestirme. El traje consiste en una camiseta negra de tirantes, unos capri del mismo color de la camisa y unas deportivas por debajo del tobillo en un color blanco hueso.

Las salas de entrenamiento están bajo el nivel del piso del edificio. Entro en el ascensor. Es amplio y de cristal. El trayecto dura menos de cuarenta y cinco segundos. Cuando las puertas se abren, me encuentro con un enorme gimnasio lleno de armas, pistas de obstáculos y puestos que te enseñan cosas esenciales para sobrevivir.

Los tributos están esparcidos por todas partes, y todos ellos me observan raros. ¿Habré llegado tarde? Aún no son las diez. Y, a esa hora inician los entrenamientos. Un chico se me acerca, y me dice:

-Hola Kayla. Soy Finnick. Distrito 4-. Sé quién es él antes de que me diga su nombre. No lo conozco, pero su entrevista me llamó mucho la atención. Fue uno de los pocos tributos de los que le dijimos a Asrield un montón de cosas sobre los juegos.
-Sí. Te vi en las entrevistas-. Me mira sonriendo, y un poco de sorpresa al oír mi respuesta. Tal vez creía que ni siquiera lo note. Hago una pausa y continúo -: Disculpa, pero tengo que hallar a mi hermano.
-Oh, por Will no te preocupes. Lleva veinte minutos (exactamente el mismo tiempo que llevamos entrenando) en el puesto de camuflaje. Es muy bueno-. Pero claro que lo es.

Es muy bueno con todo lo que tenga que ver con pintura. Volteo hacia el puesto de camuflaje y veo que Finnick no miente, Will está allá.

-Will-. Mi voz es apenas un susurro. Me acerco hasta allá y lo abrazo. No había podido abrazarlo desde hace como dos días. No me lo permitían.
-Hola Kayla. No te veía desde hace días. ¿Sí viste a la gente que nos miraba ayer desde el escenario? Se veían muy feos con esas horrorosa y enormes pelucas y sus pieles de colores con piedras incrustadas.
-Así es la gente del Capitolio Will. Siempre atenta a las tendencias de la moda monstruo-. Oigo a una voz decir.

Me vuelvo, y es Finnick. Por un momento me pierdo en sus bellos y penetrantes ojos verde mar pero vuelvo a la realidad cuando Will me jala de la mano pidiéndome y, a Finnick también que veamos lo que hace.

Se acerca a un árbol y coloca su mano en él. Está parece desaparecer cuando él la pone sobre el tronco. Ni siquiera note que estaba pintado. Creo que estaba tan feliz de poder abrazarlo que no preste atención a nada más. Finnick lo mira sonriendo, igual que yo. Luego, Finnick felicita a Will y yo me acerco hasta ellos.

-Oh, pero mira quién es. Kayla Mellark. Hola preciosa-. Me vuelvo y me encuentro con Gael. El chico que dijo que iba ir por mí en las arenas.- Buena entrevista la de ayer. Al menos no pareciste tan débil como lo eres.
-¡No lo soy idiota!-. Su comentario me molesta. ¡No soy débil! Doy media vuelta, a punto de irme pero, antes de hacerlo Gael toma mi brazo derecho y lo aprieta con fuerza. Entonces Finnick se levanta y va hacia mí.
-Suéltala Gael-. Pero Gael hace caso omiso a la orden de Finnick y aprieta más fuerte.

Es entonces cuando le doy un codazo en el pulmón izquierdo y le saco el aire. Entonces me suelta y sé que le ha dolido. Cuando recupera el aliento, se acerca hasta mí pero Finnick lo intercepta e inician una pelea. Inmediatamente llegan hombres vestidos de negro a separarlos. A Gael se lo llevan lejos de nosotros, pero antes de irse, me susurra:

-En las arenas preciosa. Cuando no este tu enamorado aquí.

¿Enamorado?, ¿lo dice por Finnick? Él no es mi enamorado. Apenas lo conozco. Y el a mí, creo. Además, estamos en los Juegos del Hambre, nadie tiene cabeza para pensar en el amor, es más no tiene cabeza para pensar en nada que no sean las arenas y una estrategia para salvarse. ¡Finnick no es mi enamorado! De alguna manera, me molesta que piense eso, él y cualquier persona, porque, ¿cómo podría pensar en eso estando en los Juegos del Hambre?

-¿Estás bien?-. Me pregunta Finnick algo preocupado. Lo miro a los ojos molesta. Sé que debería agradecerle pero, ahora por mi culpa Finnick se ha ganado un enemigo- Oye, si es por lo de Gael, lo siento, pero tenía que protegerte, no iba a dejar que te lastimará.

Bueno, ahora sé que las intenciones de Finnick eran buenas, pero no puedo evitar querer meterle un golpe en la nariz por lo que hizo. Por un lado es bueno, por otro malo. Dejo de darle vueltas al asunto y decido perdonar a Finnick. Volvemos con Will, que ya se aburrió de pintarse la mano y Finnick se ofrece a enseñarle a hacer nudos. Will acepta feliz, porque no sabe, y nos jala a Finnick y a mí hasta el puesto de nudos. Finnick se sienta junto a Will y comienza a enseñarle a hacer nudos, yo me quedo junto a ellos. Finalmente Will termina su primer nudo y sigue, y sigue, y sigue… Después de un rato, ya ha hecho varios nudos, aunque no tantos como Finnick. Obvio, es del 4, debe saber de nudos y eso.

Comienzo a pasearme por todo el gimnasio en busca de que usar.

Me topo con el puesto de cuchillos. Soy buena lanzándolos, pero en combate cuerpo a cuerpo, estoy muerta. Agarro un cuchillo al azar y me coloco en posición, luego lo lanzo hacia el maniquí frente a mí y veo que le da en el estómago. Como antes dije, no es mi fuerte, pero eso es un golpe mortal, si no se atiende a tiempo, claro. Una chica se acerca al puesto donde yo estoy y toma un cuchillo con una cruel hoja curva y un mango de plástico con empuñadura. La hoja es muy delgada, capaz de cortarte con un simple rozón en la piel. Sé quién es ella. Ailar, del 4.
-¿Quieres practicar?- Me pregunta. Niego con la cabeza. Ella sonríe y se coloca en una pequeña plataforma de metal donde comienza a practicar combate cuerpo a cuerpo con el experto del puesto.

Es muy buena en eso. Veo cómo se mueve y anticipa el movimiento de su oponente, esquivando cualquier golpe que él intente hacia ella. Al final, tiene al experto contra el suelo. Ailar ha ganado. Ni un solo rasguño, a diferencia del experto, claro, no está sangrado pero lleva las marcas de las uñas de Ailar en su brazo izquierdo. Ella se disculpa por lo de las uñas ya que fue un error y luego se va. No muestra aire de superioridad ni nada. Bueno, al menos tengo la ventaja de saber que será un peligro para mí en los juegos, y tendré la precaución de mantenerme alejada de ella. La recuerdo porque creo que fue ella quien le grito “pedazo de idiota” a Asrield en su entrevista. No, no creo, estoy segura de eso. Los profesionales se acercan a ella y se ponen a hablarle de no sé qué cosa. Mientras tanto, Ailar juega con su rubio cabello sonriendo, no es una sonrisa coqueta, sino amenazadora, pero no hacía mí, sino a los profesionales. Seguro que los odia, aunque no sé muy bien porque. Mientras Ailar le contesta al chico que le estaba hablando, noto que inmediatamente se le iluminan los ojos azules, y el chico pone cara de molesto. Ahora sé que era lo que le estaba diciendo el chico. Le estaba proponiendo unirse a los profesionales. Y ella lo rechazo. Bueno, yo también lo haría ya que las alianzas se rompen en cualquier momento, y no se sabe si habrá un traidor en ella.

-Inteligente, ¿no? Ailar es muy lista. La determinación con la que hace las cosas es muy impresionante. Siempre piensa antes de actuar. Seguro llegará lejos en los juegos-. No necesito voltearme para saber quién habla. Es Finnick.
-¿La conoces?
-Sí, iba conmigo en la escuela. Varias veces le ayude para hacerle alguna que otra broma a los maestros o a algunos compañeros. Ailar nunca dejaba huella o un cabo suelto-. Traducción: es astuta e inteligente, no la subestimes.- Créeme, no querrás tenerla de enemiga-. No quiero.
Le propongo a Finnick ir al puesto de tridente, y él acepta sonriente. Siendo del 4, el tridente debe ser un arma que usa desde muy pequeño.

Cuando llegamos allá, Finnick elige un tridente casi de su altura, negro y muy filoso. Luego lo lanza, y da en el corazón del maniquí. Lo intenta varias veces más hasta que se cansa, y es entonces cuando vamos con Will, que sigue en el puesto de hacer nudos. Al final decide parar porque las manos le duelen, y están algo rojas.

-¿Podemos comer algo? Las tripas me gruñen- Dice Will-. Además, ya es hora-. Vemos que los tributos ya empiezan a elegir comida. Finnick sigue practicando con el tridente y dice que nos alcanza en un rato.

Tomamos unas bandejas metálicas y luego elegimos comida de los carros que rodean la habitación. Nos sentamos en una mesa vacía y nos ponemos a comer. Mientras yo apenas me he acabado un cuarto de mi comida, Will ya se ha acabado más de la mitad del plato, y cuando termina, queda satisfecho y se va al puesto de hacer fuego. Después de un rato, llega Finnick con una bandeja llena de comida y se sienta junto a mí.

Cuando acabamos de comer, Finnick y yo vamos al puesto donde aprendes que cosas del bosque puedes comer y cuáles no. Sé un poco de esto porque mi madre me lo enseñó de un libro de medicina que solía ser de su madre. Mi madre y su padre le fueron añadiendo más cosas al libro conforme iban aprendiendo. Vaya, que bueno que decidió enseñarme de esto, porque seguro que lo necesitaré durante los juegos. A Finnick no se le hace tan fácil, creo que nunca había estudiado de plantas, bueno, tal vez nunca creyó necesitarlo. Ayudo a Finnick durante un rato, y luego él se queda solo en el puesto mientras yo me voy a otro lado. Veo de todo en el gimnasio. Hay muchas cosas esenciales y armas mortales, pero no hay ninguna de fuego, bueno, quieren que nuestras muertes sean lentas y dolorosas, no rápidas e indoloras. Nunca hay armas de fuego en los Juegos del Hambre.

Sigo recorriendo el gimnasio y me paro al ver una gran cuerda que cuelga del techo. Le echo una mirada. Seguro que la puedo subir. Comienzo a trepar y trepar, pero en algún momento me desconcentro y caigo. Me golpeo la espalda. ¡Qué suerte! Nadie lo vio. Nadie excepto Finnick, que se acerca caminando hacia mí y me ofrece su mano para ayudarme. La tomo y me levanto.

-¿Te encuentras bien?-. Me pregunta sonriendo. Pero no sonrisa de burla.
-Claro, claro Finnick. Que suerte que solo lo hayas visto tú-. Por alguna extraña razón, confío más en él que cualquiera aquí. (Sin contar a Will, claro).

Finnick sonríe y luego comienza a trepar la cuerda con facilidad, llega hasta el final, y luego baja con cuidado.

-Recuerda. Sin miedo-. Dice y yo lo intento.

«Sin miedo» Repito en mi mente mientras subo, como si fueran las palabras que me dan fuerza para continuar.

¡Sí! Lo logro. Bajo con cuidado y Finnick me felicita, yo sonrío y luego me abraza. No sé porque, pero, me siento segura en sus brazos, por un momento olvido donde estoy y mi miedo, pero esos sentimientos vuelven cuando Finnick se separa de mí.

-Bueno, ¿qué te parece si vamos al puesto de tiro con arco? Quiero ver tu habilidad-. Dice Finnick. Acepto.

Tenía planeado usar eso como mi habilidad en la sesión privada con los Vigilantes, pero, llevo todo el día queriéndole poner las manos encima a esas armas, y además, quiero probarle a Gael que no soy débil, porque tengo la sospecha de que no se convenció del todo con el codazo que le di en el pulmón.

Le echo una mirada a los arcos: hay de madera, metal, incluso oro… elijo uno de metal (porque seguro de esos habrá en la Cornucopia) y un carcaj con flechas a juego. El arco está un poco pesado, pero no lo suficiente como para que no pueda sostenerlo bien. Tenso la cuerda y coloco una flecha en el arco. Luego la lanzo. Da en el corazón. Sé que debería sorprenderme tanto como a Finnick, pero no lo hace. Llevo tanto tiempo practicado y dando en el blanco a animales de verdad que lanzarle flechas a un maniquí es demasiado fácil.

-Esto es fácil Finnick, ¿por qué aprender algo que ya sé?
-Espera, tengo una idea-. Dice él mientras toma un bote lleno con pajaritos de utilería.-Yo los lanzo, tú los atraviesas, ¿vale?-. Asiento.

Finnick comienza a lanzar los pájaros y yo lanzo las flechas atravesándolos. No es tan difícil. Claro, después de siete años de práctica con el arco, esto ya es fácil. Las flechas del carcaj se acaban y Finnick deja de lanzar pájaros. Entonces me doy cuenta de que todos los tributos están en un círculo a mí al rededor. Creo que Finnick ya lo sabía, porque él no los mira sorprendido como yo, que estoy con los ojos abiertos como platos. Me doy cuenta de que todos los Vigilantes miran hacia acá, el Vigilante Jefe parece especialmente impresionado. Tiene el cabello negro brillante y los ojos grises como si les  hubieran chupado el color. Me mira sorprendido, y sonriente. Intento averiguar lo que piensa pero al final me doy por vencida. Me doy cuenta de que Finnick me felicita, y todos los tributos aún me miran. Entre todos veo a Gael, que viene hacia acá, pero una chica de cabello castaño, lo detiene y él se queda ahí. La miro por un momento y, después de unos segundos, ya sé quién es. Es Rosalie, del Distrito 3. Creo que a ella le gusta Gael. No, no quiero, estoy segura de eso. Lo noto por la forma en que le sonríe, y la forma coqueta en que le habla mientras lo hace permanecer parado.

Después de un rato, todos los tributos se van.

-Bueno, con esa actuación, todos te querrán de aliada. Querrán tu habilidad, incluso querrán ser tú-. Me da risa la forma en que Finnick bromea, ha logrado sacarme una sonrisa. La primera desde que estoy aquí. Es un hecho, Finnick me agrada.

Le echo una disimulada mirada a Gael y me doy cuenta de que ya ni siquiera voltea para acá, sino que está entretenido hablando con Rosalie. Seguro que ellos se aliarán, es el primer día y ella confía en él al cien por cien. Es bueno. Para Gael, al menos tendrá a alguien que cuide de él cuando lo necesite durante los juegos. Veo que él me echa una miradita, y que es de odio, mejor dicho, de advertencia. Una mirada malévola. «Cuídate preciosa. En las arenas iré por ti» Creo que eso es lo que me dice. No hago nada más que voltearme.

No me había dado cuenta de que Finnick me estaba hablando. Y sigue hablando, pero no presto, atención aunque simulo todo lo contrario. Estoy demasiado metida en mis pensamientos como para prestar atención a lo que sea. En mi cabeza solo caben tres cosas: una, pensar en una estrategia para salvar a Will; dos, pensar en cómo estará todo en los Distritos ahora que los juegos han regresado; y tres, pensar en qué tipo de peligros habrá en la arena. Seguro que los peligros son peores que los de los últimos juegos, los Setenta y cinco Juegos del Hambre, o el tercer Vasallaje de los Veinticinco. Me imagino en un lugar selvático rodeada de unos chimpancés carnívoros, o de insectos con enormes pinzas, o charlajos. También me veo en una gran montaña nevada con pequeñas ardillas doradas y carnívoras, hermosas flores venenosas y unos pájaros rosa chillón con enormes picos atraviesa cuellos.

Todos esos peligros los vi en algunos filmes de los Cincuenta y Setenta y cinco Juegos del Hambre. Ahora me imagino todo eso mezclado en un solo animal que aguarda por mí en las arenas, esperando el momento oportuno para atacar.

Durante los siguientes tres días, me la paso vagando por todo el gimnasio, entrenando con arcos y cuchillos, aprendiendo a hacer anzuelos, sobre plantas, camuflaje… Finnick casi no se separó de mí, aunque creí que iba a hacerlo cuando los profesionales le propusieron unirse a ellos, y Finnick rechazó la propuesta. Algunos tributos ayudaron a Will en veces, como Ailar, que le enseñó a hacer anzuelos, o Vyolett, que le ayudaba a escalar árboles mientras yo me la pasaba sentada con la mente perdida tratando de averiguar qué demonios pensaba el Vigilante Jefe que no dejaba de vigilarme. A Finnick le preocupaba un poco mi estado de, digamos “perdida en otro mundo” ya que a veces me quedaba parada ignorándolo todo, aunque claro, al final se dio cuenta de que mis pensamientos formaban una barrera entre la realidad y yo y por eso me perdía a veces. Aun así, él no se separó de mí. Como no dejaba de perseguirme (no sé si por miedo a que Gael me hiriera o porque temía que los Vigilantes me llevaran) y no entrenar, me tenía que inventar algunas mentirillas para que entrenará. Al final, si terminó entrenando un poco, y varios tributos propusieron ayudarnos en algo, (no sé aún porque),  Vyolett ayudó a Finnick con las hachas y algunas trampas, y Peter, que me enseñó algunas otras trampas, como esa que te deja colgando de un árbol. Varias veces me pregunté porque nos ayudaban, pero al final, me limite a aceptar su ayuda. Fue Will quien más aprendió: hacer trampas, nudos, anzuelos… Aprendimos todo lo que pudimos, aunque, aun así, sigo preocupada, nunca se aprende lo suficiente, y ahora mi mayor preocupación es que en poco tiempo iremos a las arenas.

(* * *)

Los tributos estamos en una sala donde esperaremos a que llegue nuestro turno para la sesión privada con los Vigilantes.
Es mi oportunidad. Esta es mi oportunidad de sacar una alta calificación e impresionar a los patrocinadores porque, vamos, nadie querrá patrocinar a una chica furiosa que no tiene fuerza. Apenas inician a llamar a los tributos, primero van las chicas, veo que Imerald, la del 1, apenas va entrando en la sala donde están los Vigilantes.
Veo a los demás tributos: muchos tranquilos, otros nerviosos y otros ni siquiera se preocupan, ya que han perdido la esperanza. Finnick está a mi lado, y Will también.
-Bueno, ¿y qué hacemos aquí?-. Pregunta Will.
-Bueno, verás, cuando digan tu nombre, entrarás allí, y habrá varias personas vestidas de blanco que te observarán, puedes pintarte la mano y mostrarles que tan bueno eres camuflándote. Eso es todo, Will-. Le contesto.
Will se queda pensando, sobre cómo podrá camuflarse, y veo que Finnick también anda en las mismas, solo que él no va a camuflarse, quizá use su habilidad con el tridente, o ate nudos, o algo más que no me haya mostrado que sabe hacer…
Mientras Finnick piensa, yo intento averiguar que piensan hacer los demás tributos, qué habilidad le mostrarán a los Vigilantes. Mientras más pienso, veo que comienza a dolerme la cabeza, y que todos los tributos me observan, y veo porque: tengo las manos apretando mi cabeza con fuerza.
-¿Estás bien?-. Pregunta Finnick.
-Sí, solo que, no sé qué les mostraré allí dentro.
-No creas que eres la única Kayla. Yo ando en las mismas, no sé ni que les mostraré. Por lo menos tengo la ventaja de ser uno de los primeros tributos que entrará, no estarán tan aburridos, y con suerte me otorgarán un ocho-. Ríe Finnick, y veo que lo dice en serio.
Aj, él tiene razón. ¡Siempre tiene la razón! Sé que tengo problemas, graves, graves, graves problemas, soy una de los últimos tributos que pasarán a mostrarle sus habilidades a los Vigilantes, estarán aburridos y querrán irse a casa, seguro que ni siquiera la mitad de ellos me estará observando. Vaya que sacar a Will de las arenas, será muchísimo más dificil de lo que yo creí. Dificil pero no imposible.
Me pasan por el cerebro cientos de imágenes de mí cazando en el bosque, haciendo trampas… soy muy hábil, pero eso, ya lo he mostrado en los entrenamientos, ¿a quién diablos le sorprendería verme haciendo algo que yo ya he mostrado?
Entonces, pienso en que harán las demás chicas. Me las imagino bailándoles a los Vigilantes en un tubo casi sin ropa. ¿Harán eso? A los Vigilantes solo les interesa una cosa en los tributos: carácter. Y vaya que se debe tener demasiado carácter para que ellas hagan eso que estoy pensando. Es una idea ridícula, y no sacarían más de un ocho, ya que la mitad de los Vigilantes son mujeres, pero, sacarían una calificación que las marcaría como profesionales.
Por un lado, sacar una mala calificación está mal, muy mal, porque ahuyentan a los posibles patrocinadores y tienen menores posibilidades de sobrevivir, pero, por otro lado, si sacas una muy alta calificación, tendrás a todos los tributos detrás de ti como perritos falderos. Es obvio que ambas opciones tienen un lado malo y un lado bueno. El lado bueno de que te saques una baja calificación, es que ningún tributo te prestará atención, aunque no lo tienes garantizado, la mala, que ahuyentas a los posibles patrocinadores.
<<¿Qué voy a hacer? ¿Qué cosa puede impresionar a los Vigilantes?>> Pienso.
Me quedo con los ojos perdidos mientras pienso.
¡Es imposible! ¡Imposible pensar en qué demonios le puedo mostrar a los Vigilantes! Podría usar los cuchillos, ¡pero soy un asco con ellos! Podría mostrarles lo mucho que sé sobre plantas, hacer fuego o hacer trampas ¡pero ya se los he mostrado a ellos en los entrenamientos! Estoy perdida sin duda. Mi única alternativa sería bailarles. Pero no lo haré. Porque me queda la suficiente sensatez como para no hacer eso, además, nadie en su sano juicio (excepto las que desesperadamente desean sacar una alta calificación con los Vigilantes) haría eso. ¿O sí?
Oh, no te esfuerces demasiado, más preocúpate por que mañana inician los juegos-. Oigo a Finnick decir.
¡Los juegos! Ya se me había olvidado, aunque a eso le restó importancia en este momento y me pongo a pensar en qué demonios haré mañana, porque no puedo quedarme a pelear en la Cornucopia y dejar a Will sin protección, obviamente, eso no es una opción para mí si deseo sacarlos de la arena con vida. Tengo que pensar en un plan bien detallado, no tengo muchas opciones.
Opción uno: Meterme en la Cornucopia, luchar por unas cuantas cosas e ir con Will, que ya estará o asustado por lo que ve, o muerto por culpa de mía.
Opción dos: Ir corriendo por mi hermano sin tener nada con que defendernos o alimentarnos y luego buscar a Finnick para que nos ayude.
Opción tres: Atravesar la Cornucopia, tomar lo primero que vea (por más mínimo que sea) e ir con Will e irme con él en brazos camino al bosque.
Opto por la opción tres, no me metería a luchar en la Cornucopia y dejar a Will a su suerte; no me atrevería a pedirle ayuda a Finnick, considerando que seremos enemigos en los juegos, y él estará buscando mi sangre y yo la suya; en ese caso, la opción tres me parece la mejor opción, no le pediría ayuda a nadie, no me arriesgaría a que mi hermano muriera, y obtendría refugio y que no apareciera mi cara o la de mi hermano en el cielo esa noche.
Me alivia haber encontrado una solución a unos de mis cientos de problemas; al menos, ya no tengo que preocuparme por lo que haré mañana en la Cornucopia. Pero aún me quedan millones de problemas: qué haré para impresionar a los Vigilantes; como me mantendré siempre tan alejada de Gael, porque, seamos honestos: cuando la audiencia comience a aburrirse, tendrán que encontrarles algo con que entretenerlos, y que mejor entretenimiento que ver como se muere la hija de Katniss Everdeen: o, por lo menos, que tanto logran herirla.
De repente, dejo de preocuparme por Will, Gael y por mí, y comienzo a preocuparme por Finnick: ¿Qué será de él en las arenas?, ¿cuánto sobrevivirá?, ¿y si se muere en el baño de sangre inicial?, ¿será mejor que se muera lo antes posible, para no tener que verme en la necesidad de matarlo yo, o será mejor que sobreviva hasta el final, porque creo que me estoy enamorando de él?
¿Será?, ¿será que el chico del tridente, está llamando mi atención, y quiero que sea más que mi amigo? No… ¿o sí? No… ¿o sí? No… ¡¿O sí?! Intento encontrarle sentido a mis pensamientos, lo más seguro es que yo esté muy agradecida con Finnick, y no quiero ser yo la que tenga que matarlo, porque él me agrada, además, es la única persona en este mundo que le queda a su madre: Annie Cresta. No sería tan cruel como para quitarle a Annie, que es una vieja amiga de mis padres, todo lo que tiene. Sí, sin duda no quiero matar a Finnick por eso. Creo que es mejor que se muera en el baño de sangre inicial…
-Finnick Odair-. Una voz robótica llama a Finnick, y veo como se levanta de su asiento y se va hasta las puertas, preparándose para impresionar a los Vigilantes. ¿Qué hará?
-¡Ya sé! ¡Me voy a pintar para que parezca que soy una roca!-. Me susurra Will al oído.
¡Guau! Hasta mi hermano menor ya sabe qué hará para impresionar a los Vigilantes, mientras que yo, que soy diez años mayor que él, no tengo ni idea de lo que haré estando allí dentro. Tal vez debería dejarlo a la suerte: hacer lo que sea, y que el destino elija lo mejor para mí. Sin duda, la suerte, no ha formado parte de mi destino últimamente: estoy en los juegos del hambre; Finnick está aquí conmigo; mi hermano participará también; y, para colmo, no sé qué hacer para conseguir patrocinadores.
<<Bueno, acéptalo Kayla. Estás en el hoyo, en el hoyo más profundo que existe, hundida en todos los problemas que puedes cargar, y hasta más…>> Pienso.
Detrás de mí, oigo a un par de tributos hablando:
-Bueno, yo voy a usar el hacha.
-Oh, ni siquiera sabes cómo usarla.
-No es necesario, les mostraré que soy tan mala con el hacha, que no tendrán que darme una alta calificación, y los demás tributos creerán que soy una enclenque.
Nadie creería eso, la chica que habla, es Moira, la del 6, la chica que atravesó a un maniquí con una lanza. Sé que pocos vimos eso, pero eso de la llorica débil, no le queda a ella, además, se ve que es fuerte, nadie le creería ese teatrito de niñita débil, ni siquiera yo.
-Bueno, creo que es una excelente estrategia Moira, pero no te queda.
-Ya lo veremos.
Y termina su conversación. Una estrategia nada inteligente.
-Kayla Mellark-. Dice una voz robótica, media hora después de que se fue el chico del Distrito 11.
Me levanto de mi asiento, dejando atrás a Will, con los del Distrito 13 como su única compañía. Estoy dentro de la sala donde están los Vigilantes, con todas las puertas cerradas, y solo ellos y yo dentro.
Bueno, hace un rato creía que solo estarían aburridos y un poco ebrios, pero ahora veo lo equivocada que estaba: al menos, un cuarto de ellos están super ebrios, otro cuarto de ellos, atiborrándose del gran banquete, al menos la mitad me nota.
Inicio con algo sencillo: me pongo un rato a mostrarles lo buena que soy haciendo trampas; les muestro como arraso en la prueba de plantas comestibles; durante ocho minutos me dedico a golpear sacos de box hasta que las manos me quedan rojas; fabrico algunos nudos y, al final, voy hasta el puesto de tiro con arco.
Elijo el de metal, que es el que más usaba en los entrenamientos, tomo el carcaj con las flechas a juego, tenso la cuerda, coloco una flecha, apunto a mi objetivo y disparo. La flecha da justo en el corazón, y yo sonrío, pero un cuarto de ellos ni siquiera me ha notado. Disparo unas cuantas veces más, hasta que uno de ellos, finalmente me dice:
-Bien, señorita Everdeen. Puede retirarse.
Y me retiro.
Me siento furiosa, la mayoría de ellos me observaba, eso es bueno, pero no estaban ni cerca de estar impresionados, y un cuarto de ellos, bueno, eso es otra historia, estaban tan ebrios que ni siquiera me notaban mientras cantaban esa canción de piratas. Me quito el traje de entrenamiento y me meto en la tina durante tres horas, pensando en que odio a los Vigilantes y que ni siquiera me hallan notado. Me pregunto si así les pasó a los últimos doce tributos. Mi única alegría, es que estarán tan aburridos, que dudo que le presten algo de atención a los tributos del Distrito 13, y también me alegra que tal vez no le presten atención a mi hermano, porque si se camufla, seguramente le darían un siete como máximo, aunque sé que los tributos no se preocuparían, es mejor prevenir que lamentar, ¿no?
Cuando finalmente termino mi larga ducha, me pongo una bata, me pongo el pijama, cepillo mi cabello y me lanzo a la cama mientras con el control remoto enciendo el televisor que está pegado en la pared en frente de mi cama. Seguramente ya estarán anunciando nuestras calificaciones en la televisión.
No me equivoco. Veo a Asrield y Nestor, que apenas están bromeando, antes de dar a conocer nuestras calificaciones. Así permanecen durante diez minutos, hasta que deciden dejar de hacernos perder el tiempo, y nos dan nuestras calificaciones, aunque solo me quedo con algunas de ellas: como siempre, los de los Distritos 1 y 2, están en el rango de 9-10; Del Distrito 4, Finnick ha conseguido un 10; del Distrito 5, Gael y Cristel, obtuvieron un 10; los demás tributos, están en rango de 5-7, incluido mi hermano. Y yo, bueno, me sorprende mi calificación: 10.
La verdad es que yo me esperaba un 9 como máximo, pero me alegro. Sello del Capitolio, música y fin del programa.
Antes de dormirme, una voz robótica, anuncia:
-Tributos, tal vez crean que mañana iniciarían los juegos, pero, para hacer que los recuerden, hemos decidido hacerles un desfile, para que nadie olvide los setenta y siete juegos del hambre, ni a sus tributos. Mañana serán recogidos a primera hora para arreglarlos, después de ese Desfile, al día siguiente, tendrán inicio los Juegos.

Y el silencio vuelve.

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